jueves, 27 de diciembre de 2007

Luces al final de un año


Heme aquí en algún lugar de los campos de Teruel; ya es tiempo pasado este primer día de diciembre del año dos mil siete...

No sé cuándo verán la luz estas palabras, porque el tiempo es como la boca de un embudo, tan estrecho que resulta imposible que todo el elixir de la vida fluya hacia el interior de la botella en el momento en que se vierte. En cualquier caso, la luz que alumbrará estas palabras será como siempre, tan tenue como la luz de las velas que decoran este escenario.

Esas dos pequeñas luces, hace unas horas, no eran apenas nada… sólo alguien de vez en cuando se acordaba de sus llamas para quemar unas hojas secas… y aspirar su aroma.
Eran las que menos ruido hacían, las que menos luz daban,… las pantallas del karaoke, del portátil, las lámparas colgantes de la rústica habitación, los fotoflashes de las cámaras digitales… todo lo demás imponía su luz sobre las pequeñas velas y ahora, al final, se han quedado ellas solas, reinando en la oscuridad y en el silencio de la estancia. En mis oídos, en cambio, no hay tal silencio.

Una vez del todo convencido de que Teruel existe, trato de repasar cuántas otras cosas he creído ver pero sin quedar convencido del todo acerca de si existieron de verdad…

Es curioso… en la mayoría de los artículos vertidos este año en el embudo conseguí, sin proponérmelo, que el teatro llegara a ser una especie de reality show…

No conseguí resucitar a la diosa minerva y que descendiera de la divinidad para que dejase plasmadas sus palabras; hubiera sido demasiado pretencioso hacer hablar a una diosa en el mundo terrenal. En cambio, conseguí que a falta de viejas flores, nacieran enormes margaritas en la primavera, al poco de marcharse mi sombra. Conseguí que el violinista de las campanitas del lugar entrara en el teatro para autosorprenderse de su propia magia. Conseguí que apareciera a la luz el rostro del mismísimo hermano lobo mientras danzaba por los montes en busca de nuevos caminos.

El espacio de esta estancia, a la luz de las velas, parece como si se hubiera empequeñecido y engrandecido al mismo tiempo…el teatro sigue siendo pequeño, apartado del bullicio, como aquellos rincones repletos de encanto, desconocidos, inmersos en el viejo casco de las ciudades históricas… Hacía tanto que no cambiaba el chip en tan pocas horas para transportarme en el espacio y el tiempo.

En esta madrugada pienso que quedan un montón de cosas aún por repasar pero… al final, lo que reina es la sensación de que todas las flores son del mismo color, que únicamente dejan fluir su aroma hacia ti cuando diriges tu mirada hacia el espejo… que todos los caminos llevan sólo a uno de los 4 puntos cardinales, y que todas las luces no brillan más que la llama de dos sencillas velas... y ya poco antes del alba, me dispongo a apagar cada llama de esas dos velas; son las seis…

Pasa el tiempo y se aproxima el final de año. El sol, cuando se asoma, lo hace tan sólo durante unas pocas horas… Las luces, guardan el mismo espíritu; lo mismo da que sea una llama, que un conglomerado de luces eléctricas multicolor… el espíritu que las acompaña sigue manteniéndose.



martes, 18 de diciembre de 2007

Iberia sumergida: desde el centro de gravedad.




Imaginad que suspendiéramos la península ibérica de una cuerda… ¿sabéis por dónde tendríamos que colocar el extremo inferior de dicha cuerda para que la península quedara en suspensión totalmente horizontal… y no se inclinara ni hacia Levante ni hacia Portugal, ni hacia Cantabria, ni hacia el estrecho de Gibraltar…?

Pues bien… la cuerda se la tendríamos que dar a ese cristo: situado en el célebre Cerro de Los Angeles, en el madrileño término municipal de Getafe…

He visto lugares similares en los ultimos años, algo más pequeñitos -la muntanyeta de San Salvador en Alzira…- pero esta singular atalaya que se puede avistar desde toda la provincia de Madrid, goza de un entorno y de una huella del tiempo que no dejan indiferente a ningún extraño.

Quise redescubrirlo hace dos días… y paseé, sumergido en su extenso bosque, caminando por entre los troncos de un pinar repoblado, que en su silencio se ve surcado por caminos concurridos de corredores… liebres, urracas… y miles de rayos de sol filtrándose por entre las ramas de los árboles… Viejas piñas yacen en el suelo… y algún manto de hielo blanco acumulado durante la noche decora aún muchas de las umbrías.

Y en el centro de ese pinar... un cerro; un alto en al llanura del sur que acostumbro a contemplar en la lejanía desde mi otro cerro. Un lugar, el cerro de los ángeles, de peregrinación y recogimiento para muchos, y de obligada visita para el resto; nosotros, los simples curiosos.


Al pie de la estatua se puede ascender por unas sobrias y austeras escaleras de piedra que parece como si condujeran hacia ese mismísimo cielo que cantaba led zeppelin. Una inscripción preside la cornisa de la base del monumento:

“Venid a mi todos los que trabajáis o vivís agobiados, que yo os aliviaré”

No sé qué profeta puso en boca de aquel Jesús de Nazareth esas palabras… pero lo cierto es que sentí cierta paz al contemplar las estatuas de piedra del conjunto monumental… reyes, sabios, y santos…


...y lo más notable: todo lo que que se extendía hasta perderse allá en los horizontes de los cuatro puntos cardinales…

Desde siempre, en el silencio de las alturas, o desde el centro de los puentes que cruzan sobre el murmullo de las aguas, tengo por costumbre detener el tiempo.


No soy yo muy dado a hacer promesas a las divinidades… pero prometí volver en primavera a bordo de la delfina, si es que encuentro camino alguno de tierra entre tanta M-cuarentaycinco, M–cincuenta y M-perdío.

Me acompañaréis ¿verdad?






- como propina: ahí va eso:




sábado, 10 de noviembre de 2007

Una flor entre hojas verdes y amarillas.








Hoy sólo era un día cualquiera, que transcurría en el corazón del otoño…

El sol se mostraba algo tímido y, sólo en breves momentos, se asomaba entre un velo de tranquilas nubes hasta que, llegada la tarde, se fue a dormir.







Enseguida supe que llegabas hoy…

Envuelta en un color sonrosado, acabas de ver la luz…


Te has ido asomando poquito a poco, sin prisa alguna, con la misma tranquilidad de esas hojas que estos días decoran las aceras y los jardines.

Hoy empieza el primer fin de semana, el primero de tantos que habrá en que desearé que enseguida llegue el viernes o el sábado, para acercarme a sonreírte.

Hola, pequeña.



Viernes, 9 de noviembre de 2007

Es bello ver nacer una flor… no menos bello es ver a otra crecer, cuidarla, mimarla … hasta que un buen día, despliega sus pétalos, salta, se transforma, vuela al otro lado del charco y recorre un largo camino









Reeditando: Cuando tu papá me llamó,
Me dijo “tranquilo”.
Y yo, en cambio, aprisa...
Aún envolvía la habitación. la voz de la mari
cantándole al triunfo de la vida..

Oscuridad se despide hoy
ya viene el sol
Clarito de luna va casi sin voz,
una llamita q quemara no se apagará
Me guiña el ojo, me dice ven y yo allá voy

La claridad me dice: “ya voy”.
La sombra me mató mi voz,
sin ella estoy muda,
se enfria el calor
Necesito el sol para cantar, me dice ven
Se despide hoy, como la Luz no pienses,
tomála y vences
somos luz, somos luz,
somos






viernes, 14 de septiembre de 2007

Ejercicios de Carrera (I) Escaleras





Bueno es progresar, pero mejor aún, es lograr el mayor rendimiento de todo el esfuerzo que en una ilusión dedicamos.

Gracias a la colaboración de kike, gran amigo y conocedor de cómo se deben hacer bien las cosas, hemos conseguido plasmar, ahora por fín con imágenes, lo que en miles de palabras dichas o escritas han ido volando de un lado a otro en todo este tiempo.

>http://perso.wanadoo.es/mgrey/greytrainer/teaching/carreraescaleras.htm




No he querido saturar el escenario de este pequeño teatro con un sinfín de líneas así que, he colocado este testimonio en un lugar del camerino, para que lo disfrutéis tranquilamente.


Espero os sirva.
Hasta la próxima
Grey


domingo, 9 de septiembre de 2007

Fermoselle, fiesta y lamento



Jueves 23 de agosto de 2007: “Pero hombre ¿cómo te vas a volver ya para Madrid? Pero si lo bueno empieza mañana…” Los camiones y las apisonadoras, mientras tanto, colocaban la arena de río sobre una plaza mayor vestida de madera.

Viernes 24 de agosto de 2007: Arribes del Duero, ganadera y agrícola, es una tierra de tradiciones nacionales profundamente arraigadas, grabadas a fuego en la historia y en el corazón de los labradores de esos campos vinateros y olivareros: Primera mañana de fiesta en su capital…
“En los últimos cincuenta años no ha habido hechos que lamentar…” decía uno de los habitantes del lugar.

La mañana del 24 los animales estaban tranquilos… apenas se movían y permanecían ajenos a su entorno al mirar hacia todas partes, casi impasibles, en pie sobre el pavimento de aquellas calles del pueblo. Los espectadores se lamentaban de ello…

Más tarde, antes de partir, fui a ver a una comerciante para comprar unos dulces
- Los animales han estado extrañamente quietos… - le dije.

La mujer me miraba mientras guardaba un silencio que finalmente decidió romper.
- No te digo nada, hijo. – dijo, con tono y gesto temerosos -. Es preferible así, que la gente se lo pase bien sin que pase nada.

Es en el noroeste de España donde más fama existe por haber personas con facultades paranormales… me pregunto yo si esta buena mujer o sus oídos fueron de alguna forma testigo de un presentimiento…

Sábado 25 de agosto:





Estuve durante varios días pensativo y triste. Por mi mente pasaron miles de contradicciones… demasiadas…

La campana del ayuntamiento es del mismo hierro que las que claman responso en la iglesia.
Demasiado frágil un armazón inexpugnable..
Demasiado cortos los caminos entre la vida y la muerte. Estos últimos a veces, absurdamente adjudicados…
Demasiadas opiniones encontradas… tortura para unos… juego y disfrute con las criaturas del campo, para otros…
Demasiado delgada la frontera entre la fiesta y el dolor.


--- El suceso está mal contado en los informativos.
El animal levantó una madera y por el hueco se coló dentro de un callejón hasta arriba de gente.
La gente escapó por donde pudo, algunos, hacia la arena: pero la arena no es un lugar seguro… A ese muchacho, la fiesta se la pelaba; sólo fue porque iban sus amigos.

No puedo pensar, no quiero.
No quiero ver algo así más veces, me puede… me da muy mal rollo.

jueves, 19 de julio de 2007

La increíble percepción de un sonido mágico





Es la más pequeña de mis amigos… tiene dieciséis meses y se llama lara…a veces me mira extrañada pero en cambio, otras veces, me sonríe confiada. Quizás es una de tantas y tantas criaturas maravillosas que empiezan a abrir los ojos ante el mundo (y qué ojos, madre…). Pero tengo motivos para pensar que tiene en su todavía corta vida muchos, muchos detalles que la convierten en mágica… sencillamente especial.

Hay una cosa que le llama la atención a su abuela (de Lara): y es que Lara a menudo entona perfectamente la popular melodía de la célebre canción de las “campanitas del lugar”. ¡qué lista, que bién lo hace!

Cuando noemí, su mamá, estaba de dos meses, yo la llevé a una taberna irlandesa. En aquel rústico lugar unos músicos suelen juntarse para tocar, improvisando jam sessions de música celta... uno de ellos, Pedro, amigo mío, toca el violín en esas sesiones.

Pedro, en un corner de la taberna, dedicó un buen rato a enseñar a noemí a tocar una sencilla canción infantil con el violín, mientras yo ligaba con la camarera. Cuando al cabo de un rato noemí y pedro volvieron a la barra, y noemí empuñando el arco se colocó el violín en decúbito escapular se hizo un silencio en la sala: acto seguido la futura mamá interpretó perfectamente la melodía, esos primeros acordes de la canción “campanitas del lugar”

http://moviles.interbusca.com/politonos/navide%F1as/campanitas-de-lugar_82240.html



Todo esto que aconteció, salvo lo de la camarera, se lo conté ayer a la abuela de lara:
“Eli: tu nieta, cuando era un fetillo de dos meses ya estuvo oyendo a tu hija tocando esa canción con el violín en una taberna irlandesa…”

El violín tiene una frecuencia que provoca resonancias curiosas en los auditorios… provoca una reacción neuro-auditiva única en la corteza cerebral de los humanos… de un modo único sus ondas sonoras ascienden por los vasos liberianos de las plantas y activan su fotosíntesis. Llega al corazón de las estrellas de mar… y a los oídos de un feto, aunque no estén desarrollados…

La pequeña que iba a nacer en unos meses oyó a su madre tocar el violín: fue la esa canción lo primero que llegó clara y nítidamente a su cerebro, y se le grabó en su corazoncito. Y ahora que lleva tiempo desarrollando ya sus sentidos, Lara misma se encarga de, espontáneamente, convertir ese recuerdo en melodía, en su forma más natural. Lara, (siete+dieciséis=) veintitrés meses después, está respondiendo a la llamada de su mamá, para hacerla saber que, desde siempre, está dispuesta a aprender de toda su dulzura.

lunes, 25 de junio de 2007

Eresma, sigue fluyendo

sé como el agua, my friend...




Hola, Eresma. Ando últimamente muy apartado de vosotras…tal vez lo sepas ya pero he decidido , no sin dolor, que mis fines de semana no pueden estar al servicio de los corredores por muy amigos que sean: y si no me dedico a formas alternativas de enriquecer mi tiempo libre, éste terminará empobreciéndome.

Supe lo del repentino y desgraciado mal que puso tu salud en jaque… y ahora sé que has dado un paso adelante muy importante saliendo victoriosa…

Y con todo ello, no pude evitar acordarme de aquella penúltima vez que nos vimos, en aquel junio de 2005, en la que os acompañé, a lomos de mi caballo de acero con pedales, en ese camino desde colmenar a tres cantos, en aquelos 100 km. en 24 horas…
… con miles palabras y risas, por entre esas choperas a la vera del arroyo, esa cañada bañada por las últimas luces del día.

Eresma: me acuerdo aún muchas veces, y me acordaré, de tu pundonor para seguir y llegar en solitario, con la compañera ya desafortunadamente retirada en el km. 86, con ese cansancio que nunca te echó para atrás y que sólo, ocasionalmente, te apartó alguna vez a un lado del camino para reponer fuerzas, para sacarlas de algún lugar de tu espíritu de luchadora, donde permanecían guardadas para llevarte al kilómetro cien y con ello a la alegría inmensa.

Los cien siguen adelante con el paso de los años y, dos años después, una nueva comitiva emprendió hace dos semanas la marcha por esas cañadas de la cuenca alta del manzanares… Unos que repiten, otros que toman el relevo…otros que vuelven…
… otros que vuelven…
… quien te escribe: este año, como esas tormentas estivales que apenas avisan, ha vuelto.

Ese sábado 9 tomé la salida. Ya lo ves… Ahora me tocaba a mí caminar en esos cien. Es sorprendente, lo sé, es casi un producto de una casualidad gestado en un tablero de billar.. Y por una serie de avatares, ha terminado en una carambola… Esta vez no iba a ser el pastorcillo: sólo iba a ver mis piernas tirando de mí… únicamente yo y mis pensamientos.

Y el último camino por recorrer este año, auque estaba programado para hacerse al revés… coincidió con ese tramo que pedaleé a vuestro lado, acompañando vuestro caminar, hace dos años.

Esperaba no desfallecer, eresma.: guardé fuerzas con inteligencia porque quería llegar hasta esa etapa final del camino,

Y cuando, después de una noche de perros llegué entero a ese momento del tramo final, el Arroyo de la Tejada, me acordé de esa tarde de hace dos años y, en honor a tu lucha, y premeditadamente, te lo quise dedicar.

Caminé firme y decidido, cruzando las corrientes de agua sin vacilar y siempre con la mente dispuesta a no desfallecer, del mismo modo que tú en aquellos cien, igual que tú siempre.

No pude dejar escapar ninguna lágrima al llegar a la meta, porque de hecho para mí esos cien no son el final de un camino. NI para mí… ni para ti hay final para ningún camino. todos los caminos siguen hacia delante, y además pasan por miles de sitios.

Va por ti, Eresma: Por tu lucha, y por tu fuerza, mi edición 2007- kilómetro 88 en adelante. Por que puedas saborear la vida muchos años.
Manuel

…¿La noche anterior? sí, había sido de perros, pero en mi recuerdo queda incluso el encanto de la fuerza de la naturaleza desatada, y el encanto de mi propia naturaleza, por no dejarme naufragar.

Edición 12+1 de los cien, 12+1 representaciones en el teatro

jueves, 7 de junio de 2007

Donde la corriente y el camino se abrazan.

Tanto la luz como su ausencia, pueden convertirlo en mágico...


Conocí el paraje en una noche, hace años… Éramos un pelotón de inexpertos soldados que apenas veíamos los mapas… no había luna. Y tuvimos que iluminar el camino con las halógenas… Imposible despistarse… en momentos en que nuestra mente trabaja tan intensamente para no perder la atención, el momento de la llegada a nuestro destino, parecía algo incierto… minutos... una hora... de vez en cuando pasábamos, sin dejar el camino, al lado de remansos donde el agua del arroyo se estancaba, y el croar de las ranas era el cántico de la naturaleza…A veces, en cambio, el murmullo del agua se hacía más cercano: su cauce se estrechaba de modo que fluía no tan lentamente, y de pronto, aparecía ante nuestros ojos: habíamos de cruzar: para ello se hallaban junto antes del pequeño salto de agua unos bodillos de granito… varias veces hubo que serpentear en esa danza junto al río durante unos pocos kilómetros, pasándolo por encima de las piedras… iluminábamos el “puente” para facilitar a los demás compañeros la maniobra.

Esa adrenalina que nos invadía al estar en plena acción nos hizo olvidar que eran cerca de la una; el cansancio en ningún momento se apoderaba de nosotros…

Siempre recordé aquel escenario nocturno. La oscuridad que despertaba nuestra curiosidad…Los chopos más negros que la misma noche, el arroyo y nuestro sendero a modo de sacacorchos, danzando ambos en un mismo baile. Encantada y encantadora, así me parecía la noche vivida en la vereda del arroyo y, encantado y encantador me pareció también cuando un día hace algunos años, a lomos de mi caballo de acero, pude presenciar allí de nuevo la danza de la naturaleza con otros colores distintos a los “tonos de negro” que había conocido… El juego de luces y sombras de la tarde estival… el agua cristalina danzando por entre los bordillos alineados para que los caminantes puedan cruzar de una orilla a otra del arroyo…y el verde de los chopos, un rincón semiescondido, encajonado entre lomas, desconocido…



Volví varias veces y, en todas ellas, sentía incluso antes de llegar un equilibrio interior en perfecta sintonía con el medio. Después dejaba que mis pies, mi vista y mis cinco sentidos, se fundieran también en esos abrazos entre la corriente y el sendero.




Y pienso volver pronto a ese mismo escenario, con la bienvenida del verano. Mi mente percibirá ese arroyo y esa chopera con esa singular impresión, como si fuera la primera vez, como sucedió con la segunda y como sucederá con la infinita.

miércoles, 6 de junio de 2007

La suerte de encontrarme con El lobo.

En espíritu le acompaña siempre un lobo… solitario o en manada.

Sucedió cuando me hallaba caminando por alguna vieja cañada histórica que surca los pequeños montes que anteceden a la gran mole granítica colorada.


Yo había subido esas cuestas hace mucho tiempo, muchos años, pero a caballo. El sol del la tarde de este junio recién estrenado, arrojaba su luz sobre la ladera…Yo trataba de recordar en qué punto aquel pedregal cambiaría de morfología para convertirse en una vereda descendente y… en ese momento, alcé la vista comprobando que no estaba solo: frente a mí, a unos decenas de metros, aparecía un caminante, de pelo y barba blanca; unas oscuras gafas protegían sus ojos, y un sombrero de paja de ala redonda su cabeza. Parecía ir algo cargado… perparé el saludo para ese momento siempre lleno de encanto en el caminar de un tragakilómetros cualquiera: el momento del cruce de sentidos de la marcha. Un encanto más acentuado si cabe por lo pintoresco del personaje que en aquel momento descendía por mi camino ascendente.
- ¿debería saludarle en inglés…-pensé- éste hombrecillo debe ser "guiri", seguro. No en vano; el aspecto del caminante que me crucé parecía el de un pintoresco anglosajón gustoso del sol mediterráneo que baña las montañas en los albores del verano peninsular.
Antes de llegar a alzar de nuevo la mirada ante su proximidad, oí al “guiri”cómo se me adelantaba en el saludo pero además, de una forma inesperada, “absolutely”:

- ¡¡¡¡ Manueeeeeeeel…!!!! – gritó.

Mi primera reacción fue quedarme a cuadros, a lienzos, y a tapices barrocos. Ese desconocido me había reconocido…
.
Comprendiendo él que tras sus gafas y su blanca y abundante barba tal vez iba a serme difícil reconocerle yo aél, el caminante aún misterioso para mí se despojó de sus gafas y mostró mejor su rostro: una mirada profunda, llena de bondad; unos ojos característicos, pequeños y cercanos entre sí… No tardé en reconocer esa figura, ese semblante algo discreto bajo la sombra del ala del sombrero de paja de ala redonda que cubría su cabeza: era Manuel, el integrante de los garabitas: era El lobo.

Mi asombro era lógico por la casualidad del encuentro. Miles de veces he pensado la cantidad de veces que a decenas de metros habrá podido pasar, en algún lugar de la ancha castilla, o de las largas cordilleras que la surcan, a alguien a quien podría haber reconocido.

El aspecto o look de mi viejo amigo Manuel ha sido muy variopinto en los cuatro años desde que le conozco, en aquella marcha de los 100 km. de Madrid de junio de 2003, cuando decidió unirse a mi grupo.

Le pregunté si estaba –casualmente- preparando los cien de este año.

- No, me voy a Finisterre –respondió-
- ¡¡¡Y será verdad…!!!!
- sí… a Finiesterre voy.
- Bueno, pero…¿y la concha?

Se volvió y me mostró la vieira, colgando del macuto, en la que se podía ver grabada en rojo, la cruz de Santiago.

Un poco afortunado en palabras párroco en el pueblo anterior le había negado cobijo nocturno, y Manuel se encaminaba al pueblo siguiente.
Supe también de su jubilación: pensó que había llegado el momento de emprender un largo camino, aprovechando que en ese momento de su vida tenía el tiempo en sus manos… Manuel, El lobo, para mí, desde siempre ha sido grande, más grande de corazón que las sandías que gusta de compartir con los corredores de San Lorenzo en Lavapiés… pero en aquel momento, en el primer sábado de este junio, pude ver como Manuel desplegaba sus alas como un lepidóptero, para engrandecerse más todavía.

La recia peña del Yelmo, que corona la Pedriza Anterior, fue el lejano fondo escogido para nuestra obligada foto… El amigo Juan Julián va a ser el mensajero de sus andanzas, el moderno heraldo de sus misivas vía sms, ese pergamino virtual aliado del peregrino moderno. Su diario quedará plasmado en el foro de los garabitas, en miarroba, “un garabita en el camino”


Junio de 2003.. Manuel y Manuel: El Lobo y el Grey...dorsales 91.. y 191... parecía algo más que una simple casualidad ¿no?
Ese camino ascendente que tomé se bifurca en un punto, para volver a juntarse a los pocos centenares de metros… si hubiera escogido ir por la ascensión fácil… nunca me hubiera encontrado con El lobo, con manuel, también Manuel, en esa su primera jornada de travesía.


Bendecida sea mi suerte por cruzarme con El lobo en los caminos del monte.

domingo, 20 de mayo de 2007

Desear un tiempo suficientemente infinito...

Hoy, al intentar telefonear a una vieja amiga, he sabido que asistía con su familia al teatro: sin pretenderlo, ha conseguido así estar refugiada de la tarde lluviosa… Y yo, casi de un modo similar aunque con otra relación causa efecto…, hoy me encuentro en mi teatro porque no he tenido otra opción que refugiarme de la lluvia….

El pequeño paraíso de hoy domingo, cuyo recorrido tenía ya trazado después de ser catapultado a la realidad al despertar del sueño de levante, era una visita al Retiro, caminando a buen paso por la futura y aún imaginaria vía ciclista…

Supongo que en las otras ocasiones el camino de los cien era lo que le otorgaba toda la magia que se quedaba impresa en mi recuerdo; pero he caído en la cuenta de que esta vez, este año, tal vez, una buena parte de esa magia nace desde antes, en todo el camino previo recorrido y aún por recorrer: Ese largo camino recorrido durante unas pocas semanas por distintos parajes tiene un significado, una vida en sí mismo, un latido que se suma a todo ese sentido que tiene el camino propiamente dicho compuesto por los senderos de los próximos días 9 y 10 de junio.

A pesar de haber vuelto empapado, debido a una repentina y traicionera tromba de agua con viento que me ha hecho tomar la decisión de regresar a casa, aún he confiado en que parte de esa fuerza de la naturaleza se fuese aplacando para, ya más protegido, poder continuar. Pero…¿y por qué querría volver a la lluvia?

Decía un compañero que la lluvia carga el aire de iones con carga positiva, capaces de neutralizar los iones negativos que se acumulaban en nuestro cuerpo, y al liberarse la carga se experimentaba esa sensación de bienestar.

Esta tarde, lo que hice antes de tomar la foto que preside hoy la greyteca, fue pensar apostado frente al ventanal de la terraza… Y pensé en que sin duda sería un gran regalo que parase de llover con tanta energía; entonces tomaría las mountain trail, la capa impermeable y, con ellas, saldría a contemplar las margaritas y las amapolas aún bañadas por la luz y por la atmósfera cargada de humedad… y caminando, me dirigiría a buen paso hacia el cerro para avistar desde allí los nuevos colores, limpios o tiznados por la suave niebla, con los que la tarde lluviosa de esta extraña primavera meteorológica ha salpicado el horizonte y los campos, pintados con una paleta muy distinta de la que suele utilizar el no menos preciado sol de otras tardes cercanas que han parecido mucho más veraniegas…

Pasaba el tiempo y no dejaba de diluviar y, lo que era aún peor: el viento continuaba soplando, manteniéndose recio a rachas… cae la noche y finalmente todo se queda en un simple deseo, ni siquiera una intención…

Quise hoy haber puesto en práctica el arte de caminar para entrenar los cien… quise hacer eso esta tarde durante largo rato y en lugar de ello hoy me veo platicando en el escenario de la greyteca, para esas pocas almas que a la función de hoy asisten… Y no es justo; porque el tiempo debería haber sido lo suficientemente infinito para, sin llegar en ningún momento a dejarme vencer por el agotamiento, haber podido cumplir y hacer ambas cosas cosas…

Y ojalá ayer el tiempo hubiera sido igual de suficientemente infinito allí, a casi trescientos kilómetros… Ojalá la banda de música hubiera seguido tocando desde aquellas escaleras, y las mangueras hubieran seguido regándonos de agua para refrescarnos… Ojalá las luces del histórico castillo hubieran tardado más tiempo en difuminarse en mi memoria… ojalá esos puntos luminosos del firmamento, entre ellos el “contorno pélvico” de la osa mayor que protagonizó mi charla, hubieran sido capaz de permanecer ayer tanto tiempo… tanto como el cuerpo celeste que llevó a los magos al lugar de belén pero…eso tal vez sea un buen tema, un buen argumento, entrañable, para seguir platicando en otra escena.

¿Desearíais estar bajo el agua de la lluvia para preparar mejor un sueño, cuando la contempláis desde el lado interior de la ventana…?

viernes, 11 de mayo de 2007

“Juega pa mayo” Un ayer y un todavía…

Joer…joer… joer… ya son 144 horas durmiendo para intentar recuperar toda aquella energía derrochada por hacer sonar la música del “violonchelo”…

http://es.pg.photos.yahoo.com/ph/sylvieficacion2/slideshow?.dir=/6269re2&.src=ph




Me pregunto qué puede llegar a pensar la gente que vea esas imágenes que pululan por el hiperespacio… aquella gente sencilla doblegada por su curiosidad y que nos conoce sólo de oídas; y la respuesta que alcanzo a adivinar… puede ser muy divertida.

Creo que no puedo decir nada nuevo, aparte de las palabras ya en otros lugares escritas y que por encima he podido llegar a leer en sueños, en este largo sueño en que los instintos le hacen emgerger a uno hacia una realidad del día a día que, otras veces, comúnmente, descojona todos los sueños hasta el punto de hacer que los arrojemos al olvido… los arropa o los oculta tras un tupido manto más oscuro que la propia noche que los gestó…

Me parece casi de ciencia ficción fantástica que el motivo que nos mantenga hechos una piña por unas horas sea un décimo de lotería. Décimo que, además, va y le toca al que menos afortunado se supone que debía ser en el juego…

Me parece casi un cuento de piratas del caribe, que en esa piña exista, como fondo común, un nexo que en lo que a mí respecta se debería suponer lógicamente desaparecido, fagocitado, después de casi cinco años… un nexo que me unía a todos ellos antes incluso de llegar a conocerlos, porque a todos le conocí después de dejar de mantener vivo ese nexo…

Para mí, creía que todo aquello era un ayer; pero aun reina el “todavía”. Todo “ayer” siempre deja un vacío, pero el “todavía”, siempre se encarga de llenar el vacío en la clepsidra del tiempo.

¿Milagro, tal vez?, no lo sé... pocas veces sueño con las terrazas de carabanchel y usera, dejando a mis pies un viejo petate que pone “niubalans”… pocas veces sueño con La Chana de algunos jueves intempestivos, ocasionales, casi a destiempo… casi “periféricos”, y pocas veces, asimismo, soñaré con…

…Madrid, madrugada del domingo, 6 de mayo, 2007
En algún lugar del viejo Chamberí... http://monjajaja.blogspot.com/2007/05/love-is-in-air.html

porque, todos ellos, en sí mismos, casi me parecen sueños.

domingo, 6 de mayo de 2007

La casa de Minerva

Desde hace siglos los grandes genios de la pintura han dado a conocer la furia desatada de la diosa mitológica romana de la sabiduría y las artes: Minerva mantuvo un reto con Aracne en el arte del tejer; elaboraron un tapiz cada una de ellas… y cuando Minerva observó a su rival terminar un tapiz perfecto en el que Europa aparecía seducida por un ultrajado Júpiter –dios padre de Minerva-, Aracne fue golpeada por ésta. La tejedora Aracne continúo sus días tejiendo, pero convertida en araña...



No hace mucho tuve la suerte de visitar en su casa otra Minerva, aunque distinta de la mitológica hilandera: era una Minerva con gran dulzura, y una buena sensibilidad por la sabiduría y las artes; el gran reto en estos últimos años ha sido su propia superación. Un día se interesó por las leyes de la naturaleza, tal vez influenciada por un Júpiter que era un gran conocedor de las mismas… y estudió las leyes de la gravitación, de la electricidad y todo lo infinitamente grande y lo infinitamente menudo que compone la materia y la energía.

Esa noche Minerva había reunido a un grupo de contertulios habituales para experimentar en el arte y la sabiduría de los sabores… llegó incluso a invitar casualmente a un sabio en mezclas maestras de líquidos de todos los colores y sabores, a los que añadía hielo y cautivaba nuestros paladares…yo era nuevo allí, en ese lugar.

Cuando tomé asiento en un lugar privilegiado de su salón, ella comenzó a hablar sobre los secretos que había tras cada uno de los detalles que colgaban de las paredes o decoraban cada rincón.

Sus cuadros eran regalos especiales… algunos especialmente dedicados a ella… alguna foto cinematográfica… lienzos exquisitamente cuidados, cada uno con un detalle especial y único.

Conocer ese mundo que rodeaba a toda esa decoración fue para este humilde espectador una vivencia sorprendente: Minerva estaba logrando reunir un conjunto de tesoros de un valor que iba mucho más allá del mero valor intrínseco.

Impresionado por el contenido de la casa de Minerva, y sabiendo que la mía no se hallaba muy lejos de allí, decidí permanecer unos minutos más disfrutando de su pequeño paraíso y tomé alguno te los manjares que ella había preparado y colocado sobre la mesa del salón. Los demás se habían ido marchando poco a poco. Aún las músicas vertían suaves sonidos en el ambiente…

Y, por otro lado, aún había más: cuando ella tomó asiento fue revelando… que además, detrás de cada cuadro, cada orificio en la pared para poder colgarlo, había sido hecho por ella, … detrás de cada uno de ellos y de cada mando que permitía iluminar cada rincón de esa morada había un ejercicio de paciencia, de aprendizaje, de ilusión por tener un lugar donde vivir… los primeros pasos dentro te su propia casa habían sido muy duros de sobrellevar; pero ella colocó su ilusión por encima de todas las demás cosas para así poder afrontar cualquier sacrificio, cualquier contratiempo, cualquier carencia…

Minerva describía cada una de esos logros con dulzura y con un profundo gesto… sus palabras poco a poco iban pasando, de ser moduladas por la emoción, a serlo por el cansancio, no en vano, hacía ya largo rato que la reina luna había tomado su asiento en lo más alto del cielo.

Al marcharme, confié a Minerva la llave de la greyteca, esa misma llave que vosotros poseéis, para que cuando ella quiera, alguna vez, pueda abrir sus puertas, curiosear y tomar de ella los volúmenes que a ella le plazca hojear… tal vez pueda ella atesorar allí alguna línea extraída o imagen extraída de entre sus páginas…
Cuando salí al exterior de su extenso jardín aún quedaba tiempo para que asomasen las primeras luces de un nuevo día…

viernes, 4 de mayo de 2007

La sombra de don perfecto

A pesar de que ya no quedaba ningún foco de luz en el escenario, y que las candilejas de mi camerino permanecían apagadas desde hacía rato sin saber cómo iluminarlas de nuevo, caminando junto a los biombos del guardarropa me encontré con mi sombra.

Estaba allí, con los brazos en jarra, y a pesar de que era una sombra, fui capaz de adivinar la forma de su ceño fruncido… sin lugar a dudas me estaba esperando, después de un silencio alterado por el tic-tac del carillón, y me esperaba para dirigirme una soberana reprimenda.

Mi táctica del silencio expectante, al contrario que en otras ocasiones, esta vez sí que dio resultado, y tras unos segundos en que mi mirada lanzaba un órdago a la sombría mirada de mi propia sombra… por fín se rompió el silencio del tic-tac:

- grey… eres un capullo.




Es evidente que es una frase que no invita mucho al diálogo que digamos… así que amenacé a mi sombrío espectro con el órdago de un nuevo silencio:

- un perfecto capullo, grey; sí, eso es lo que eres… nada más.

Cada vez entendía menos el derrotero por el cual mi sombra me quería llevar…

- no te hagas el loco, grey: sabes muy bien que sientescomo si echaras en falta algo, no sólo hoy, sino ayer y antesdeayer: tu vida es un continuo “algo no marcha”,

Mi sombra no me dio tiempo ni a replicar:
- Te niegas a reconocer que la culpa es sólo tuya.
Con esa frase mi sombra me dejó sujetándome la mandíbula para evitar que las palabras, ya sin fuerza, cayesen desde mi boca directamente al suelo …

Mi sombra me invitó a sentarme, pero yo me puse a caminar dejándola atrás…
Mi sombra debió comprender que a lo mejor yo podía tener la culpa de muchas cosas, pero de lo que no tenía la culpa es que yo no lograra entender nada.

Se levantó y me siguió: en un tono más sosegado, me susurró:
- ¿Lo ves?
- ¿qué he de ver? O mejor dicho ¿qué es lo que veo y no sé de qué me hablas?- repliqué al mismo tiempo que yo ya empezaba a comprender que mi sombra quería darme la clave de muchas cosas…
- Tu propia medicina: grey… has tomado una cucharada de tu propio jarabe: tu severidad: has tomado una amarga cucharada y ¿cómo has reaccionado? Pues como era de esperar: te has alejado de mí… confundido.

Contuve la respiración, pero a los pocos segundos, inspiré profundamente para expulsar todo el aire de mi interior: mi propia sombra me tenía cogido por los huevos… y yo, lo mejor que podía hacer era calmarme.

- ¿Nunca te has parado a pensar – me preguntó mi sombra- por qué las gradas del teatro se han quedado vacías mientras tu personaje, encarnado por ti mismo… pronunciaba las frases más bellas de tu papel? …

Una lágrima que llevaba años asomando en mi ojo derecho sin poder escapar, empezó entonces a desquebrajar mi cristalino…

- ¿Por qué? ¿por qué ya nadie quiere venir conmigo a subir montañas? ¡si es lo más bello del mundo! Yo insisto en que cuando vengan conmigo los caminos serán más fáciles y más cortos que los que yo acostumbro a recorrer…

La sombra me respondió:
- no es por la dificultad de esos caminos… es por lo pesado que resulta que se vean obligados a ver con tus ojos, a sorprenderse de todo lo que tú pones en las montañas cuando, no es obligado para ningún mortal que ponga su espíritu por encima de las cumbres, del modo que lo haces tú…

Pensativo, esquivé su oscura mirada.

- ¿Y crees –añadió la sombra - que negándote a practicar los caminos de tus semejantes vas a traerles a recorrer los tuyos?

- Pero es que –respondí- ni siquiera quieren ya que les ayude a recorrer los suyos.

- ¡lógico! - volvió a apuntar la sombra ¿a quién le gustaba oirte insistiendo con enfado que tenían que correr miles a 4:05 en lugar de a 4 y descansar un minuto en vez de un minuto y medio?
- ¿acaso no tenía yo razón? – dije alzándome frente a mi sombra…
- sí, la tenías, -me respondió- pero tu insistencia te la quitaba. Mira, grey: tenías un exagerado sentido de la perfección con los que se hacían llamar “los tuyos”…tenías tanto empeño en que todo lo que hicieran bajo tu batuta fuera de una intachable rectitud, que cualquier observación que les hacías… lo hacías en un tono que inmediatamente era interpretado como una reprimenda, créeme grey, eso cansa… hasta a una sombra.

Pensé durante unos segundos y dije a mi sombra algo cuya respuesta me gustaría oir…
- Pero… nunca fuí así de insistente con las damas… fui delicado como si tomara en mis manos una flor… ¿por qué todas dejaron de mostrarme sus pétalos de repente?

La sombra pareció buscar en su pensamiento, y después dijo:
- Porque los pétalos de una flor son muy delicados… pueden aunque los movimientos de tus manos sean medidos con delicadeza… pero no les gusta que un día te muestres insensible ante el perfume que emana de su interior. Su perfume es la forma de expresar lo que sienten y, si por tu empeño en asir perfectamente sus pétalos ignoras dicho perfume… entonces dejan caer sus pétalos sin más.


Comprendí cada uno de esos tres ejemplos y además, durante un minuto de silencio en el que el sonido del tic-tac volvió a apoderarse de mi camerino, llegué a comprender que había otros tres millares de ejemplos en los que mi comportamiento, mi perfección como regla transferible a mis semejantes, me habían llevado a la más infrahumana del las situaciones posibles: a la soledad.

- Es demasiado alto el precio de mi error… no entiendo por qué el mundo es tan imperfecto… – Esto fue lo único que supe decir a mi sombra.

- ¿Lo ves…? -dijo mi sombra-:¿Por qué entonces pretendes ser tú aún más perfecto que el propio mundo…? ¡Si sabes que por naturaleza eso es imposible!

- ¿Podré, al menos, alguna vez recuperar esas flores… cuyos pétalos he roto?

- Las flores – me respondió- son lo que son porque son un regalo de la vida… nunca florecen porque tú se lo pidas: sólo florecen por sí solas, espontáneamente, nunca se les ha de pedir que florezcan y mucho menos, que renazcan… sólo depende de ellas.

El tic-tac se hizo más lento de repente; las luces del camerino se iluminaron, y mi sombra entonces desapareció… tal vez, según pensé, marchó al escenario a encender de nuevo los focos. Limpié mi rostro e inspiré profundamente para despejar mi nariz: tal vez pronto iba a necesitar estar despejado para poder percibir el perfume de una flor de pétalos renovados…, aquella que más despedazada terminó por culpa de mi "perfecta" insensibilidad.

Gracias por volver a mi teatro, los que habéis vuelto.

jueves, 3 de mayo de 2007

Entre dos estaciones de vuelta hacia el otoño.


Son las mismas estaciones pero, hace dos semanas, daba la impresión de tratarse de un puente entre la primavera y el verano. Pero últimamente el camino de las estaciones se ha vuelto demasiado serpenteante… vuelvo a abrigarme; vuelvo a equivocarme al haber pensado, tal vez con exceso de confianza, que me había hecho amigo del sol, y ahora en cambio me encuentro, jornada tras jornada, pactando una tregua con la diosa de las nubes o sometiéndome a su férrea voluntad; o tal vez -quién sabe-… a su castigo por ser yo a veces tan “bocazas” por naturaleza.



No obstante, cuando el cielo juega a exhibir sus 256 tonos de grises, la impresora de la faz de la tierra suele dejar lucir por sorpresa sus dieciséis millones de verdes colores. Y con esta máxima como aliciente, esta tarde me he calzado las “montrail” y he desdoblado la capa de agua, he cargado pilas nuevas en el frontal –que no iba a necesitar en principio, pero nunca se sabe; “hombre precavido, sin frontal queda vendido“- y me he dirigido de nuevo a la tierra del tránsito entre las estaciones para contemplar los colores de la lluvia sobre la faz de la tierra.

Las cigüeñas, una detrás de otra, parecían jugar a la práctica del parapente desde arriba hacia el llano, perdiéndose en la lejanía… los caminos a veces eran de auténtico chapapote de yeso en el que se hacía algo difícil pisar con firmeza y sin resbalar… algunos regueros de agua corrían serpenteando de lado a lado del sendero… las margaritas y la amapolas ensayaban la danza del mes florido luciendo ya sus mejores galas y trajes multicolor de chulapas de verbena…

Desde la misma atalaya geodésica, el panorama bajo la lluvia es bien distinto al del reinado del sol: las atrevidas rocas que en la lejanía se asoman al vacío arrojan otras sombras y colores, distintos ellos… incluso a veces una caprichosa niebla desciende para envolverlas en su seno, dejando ver, unos perfiles oscuros, mágicos, contraluces, verdes difuminados…

Esta vez fui más lejos: caminé entre pinos y llegué hasta la ermita, desde la cual saludé al parsimonioso río y… volviendo por cotas más bajas contemplé el otro color desconocido de las lagunas: el color de la tarde que, bajo la ausencia del sol, no era sino el blanco del cielo reflejado sobre sus aguas…

Vi la verja del recinto abierta de par en par… no pude evitar la tentación de perder unos minutos dejándome envolver por su para mí desconocido interior… me pareció un sueño el mirar el reloj y ver cómo, al igual que en muchos sueños, iba a anochecer sin que pudiera decir a nadie que aún tenía un largo camino para volver a casa.

Caminar por el resbaladizo y estrecho sendero que se alza sobre las aguas del río, hoy teñidas de fina arcilla, no dejaba de entrañar cierto peligro; además, por el cansancio ya acumulado tras tres horas y media de caminata, opté por no arriesgar lo más mínimo y subí para, en cambio, contemplar una fila de enormes formas sobre la faz la tierra, cubiertas de verde y de nubes, antes de iniciar el definitivo camino de regreso. Quise estar acompañado por todas esas almas aventureras que conozco en esos momentos. La noche iba a caer en menos de una hora, y la lluvia empezó a arreciar así que me coloqué la capucha y me apresuré… cuando volví a la cota geodésica, una gran porción del cielo sobre mi cabeza, casi de repente se tornó azul, mientras al mirar hacia levante podía contemplar, bajo nubes oscuras, visibles mantas de agua aún cayendo sobre los llanos de la lejanía… Hacia poniente, en cambio, unos rayos de sol que jugaban entre nubes de algodón, altísimas, majestuosas, lejanas… No sé si era señal de algo… ¿era tal vez una evidente fuerza sobrenatural, una divinidad, manifestándose? ¿Era una invitación hacia un remanso de paz en mi espíritu…?

Cogí unas ramas de tomillo que estaban a un lado del camino para obsequiárselas a mi madre y las coloqué envueltas en la gorra que me había estado protegiendo de las aguas de la lluvia… desde hacía un rato las luces artificiales ya se iluminaban en las moradas o en los nichos de la tecnología humana, algunas de ellas se miraban en el espejo de las aguas… cuando llegué al aparcamiento allí estaba mi viejo kadett rojo, solitario, paciente… las aguas también habían venido a visitarle en mi ausencia; han sido casi cinco horas…

Será estupendo que pudiera sobreponerme, con el tiempo, a estos ligeros dolores de pies que tan salvaje caminata deja como testimonio inevitable. De ese modo estaré dispuesto a pactar con el frío, el calor, y más aún… con la tierra, el aire, el viento y el fuego…


viernes, 20 de abril de 2007

Marillion: el secreto de una vida.

Infinidad de líneas podría yo dejar fluir en esta página con historias y detalles sobre esta banda musical británica que esta misma noche de jueves 19 de abril ha llenado de sonidos la sala Macumba en la estación de Chamartín. Pero lejos de pretender conseguir una pesada crónica, o reportaje biográfico poco atractivo para todo aquel que sea profano en la materia -para eso ya está la inmensa web mundial- , yo me limitaré a apuntar que… sus sonidos y sus poemas han tenido el admirable don de cautivar mis sentidos desde sus comienzos.



De nombre original tomado del mundo de Tolkien, a base de metáforas y de diálogo entre instrumentos, estos cinco músicos describen, generalmente durante largos minutos y en cd`s cuasi-monográficos, novedosas formas de sentir sobre todas aquellas escenas, vivencias y sentimientos que puedan tocar de lleno lo más hondo del alma. En un cóctel magistral, siempre logran combinar la calma con la energía; el gozo con la frustración, el color con la oscuridad… todo aquello que, desde la exigencia (a veces tan cansina y tiquismiquis) que me caracteriza, siempre he pedido a toda banda sonora antes de incluirla en mi greyteca mental.

Desde 1997 soy fiel a sus visitas a Madrid… Sin llevar hecho un esquema previo de lo que espero, en cada actuación descubro detalles nuevos. Yo no creo que el secreto de su madurez artística esté en ser una banda que reinventa continuamente el rock sinfónico para la era contemporánea pero, con su ingrediente especial, la pasión en cada nota y cada acorde, consiguen que la música no tenga edad, porque los sentidos y el espíritu, de hecho, si se dejan fluir en la vida, nunca se quedan obsoletos. Es, tal vez, el secreto de toda una vida para no convertirla en una rutina: sentir generosamente. Su generosidad me ha mantenido, a lo largo de veintitantos años, sintiendo; observando mi propio interior arrastrado por los cabezales de una cassette, guiado a través de los surcos de un vinilo, o navegando por el reino de los bits a bordo de un mp3…

Tal vez el de esta noche ha sido un recital un tanto más accidentado de lo habitual, con problemas de sonido cada vez que un instrumento eléctrico pasaba por las manos del cantante Steve Hogarth: teclado, guitarra fucsia…; la tecnología se ha cebado con el pobre Hogarth; debe ser que el pobre hombre compró los servidores en la misma tienda que yo…

Aun así, no se ha visto nada empañado por todo ello su meritorio sentido de la interpretación, su maravillosa capacidad de vibrar y hacer vibrar en el fondo de las almas… el secreto, como digo, de toda una vida.



Un momento mágico de su actuación, ha sido el broche final de la misma; un tema de oro: “Neverland”
El enlace que pongo del youtube es una interpretación de este tema en el año 2004 (¿cómo se ponen los videos directamente?) …Es la primera vez que pruebo; así que… veamos si sale o no:

.


http://www.youtube.com/watch?v=xeoxxpVUQgs


“Neverland" es un canto a ese amor cercano a la pureza que se apodera de nosotros y al que, en estos tiempos de pop-hits de radiofórmula, raras veces se le dedica un verso. Ese amor sencillo, que se adentra, sin apenas darnos cuenta, en nuestra oscuridad…”when the darkness takes me over…invisible you come to me, quietly…” ; que nos alimenta nuestra vida: ”You provide the soul, the spark that drives me on;makes me something more than flesh and bone”…amor incondicional, auténtico, puro, infantil, que nos convierte en niños con alas y, como a Peter Pan, nos adentra en el país de nunca jamás, la tierra en la que quisiéramos permanecer para siempre; ese amor idealizado del que cada cosa que vemos lo evidencia “any fool can see your love inside me”… Ese pais que convierte en realidad nuestros más profundos anhelos de alcanzar un mundo feliz que vemos en los demás “I wanna be someone… who someone would want to be”.

Es también un canto de añoranza, sabiendo que ese mundo puro y verdadero que al fin descubrimos ante nuestros ojos “All these years… Truth In front of my eyes while I denied what my heart knows was right”, puede desaparecer pronto, cuando nuestra wendy haya tenido que “hacerse mayor” y alejarse del país de nunca jamás ” But when you're gone, I’ll never land in Neverland” un amor profundo que pone en evidencia la contradicción del ser humano; ese mismo amor hacia ella hace que ese Petar Pan de nuestro corazón… quiera escapar de ese tierra en la que “wendy darling" amasaba sus sueños “in the kitchen ot your dreams”, y en la que ya no se ve capaz de aterrizar.

Un bello canto en el que Steve Hogarth ríe, llora y vuela sobre el escenario como un Peter Pan el que cupido ha tocado profundamente en su alma. Musicalmente, impecable, al más puro estilo marillion, sin contundencia pero con esa atmósfera envolvente cargada de dramatismo que les caracteriza; en junio de 2004 presencié la actuación junto a unos amigos músicos que no conocían aún el tema y… cuando marillion interpretó “neverland”, mis amigos no paraban de mirarse unos a otros con gestos de admiración…

Los sonidos, la pasión , el alma: El secreto de toda una vida… un rincón secreto, también, de mi vida
.

martes, 17 de abril de 2007

Entre dos estaciones cercanas



Son dos estaciones las que marcan el principio y el fin de ese camino. Estaciones tales como la primavera y el verano… tan próximas y en ciertos momentos tan confusas; tan poco delimitadas, tan simbióticas entre sí… capaces de tomar cada una un poco de la otra en ese singular juego de fríos y calores, colores… ese baile de sensaciones que tanto confunde a todos los seres vivos, súbditos de cualquiera de los dos reinos en la naturaleza.





Los caminos que unen ambas estaciones y que se adentran en el silencio y la inmensidad son mucho más largos que los trazados por la cuidadosa cartografía de un ingeniero. Son caminos caprichosos, que se desvían para poder asomarse desde la altura hacia los cursos fluviales, parsimoniosos en la lejanía, y a sus amplias llanuras al ser paso a paso conquistada una privilegiada atalaya natural.

Apenas un árbol, y cuando lo divisas, es tan pequeño… su encantadora miniatura es el perfecto compañero de esa diminuta maqueta de tren de vapor que bufa a su paso… y esos lejanos caminos de hierro se presentan ante tu vista tan pequeños que apenas puedes explicarte cómo son capaces de llegar aún más lejos…

Uno llega a responder a la pregunta:”¿dónde?”, con un decidido y definitivo “¿qué más da…?” Y en efecto…al final rara vez llega a importar tanto la situación de esos lugares… o tal vez sólo importa cuando uno se siente atraído por los colores y formas del infinito grabados en su memoria, tentado por la dulce idea de volver a recorrerlos. Es más… los nombres, aún satisfaciendo la curiosidad del que los lee o los oye, no son sino un conjunto de fonemas que en contadas ocasiones logran ser grabados en la mente, de modo que generalmente caen en el abismo del olvido.

La vista, adonde quiera qu se dirija, siempre apunta a lo lejos. Las nubes dejan inmensas sombras que juegan a amenazar a la tierra, engañándola al privarla por unos momentos de esos benditos rayos de sol…
Y el color, cualquier color, se extiende como si del dueño de un inmenso óleo re tratase. El viento, aunque sople con fuerza, deja inmóviles los objetos en la lejanía. Y su fuerza por momentos se amotina con vigor contra el reinado del silencio, sin llegar a derrocarlo.

Todo es posible en esos caminos… hasta incluso compartir los últimos síntomas de una bronquitis con una buena sobredosis de rayos solares en forma de eritemas en la piel. El camino entre esas dos estaciones es así de traicionero: durante meses, nunca quema el sol hasta que, un día… quema.


Todo es posible al sentir esos caminos… todo salvo dejar que fluyan palabras suficientes cuando vuelves al asfalto, cuando sólo queda en la mente lo grabado en la retina. Nunca se llega a encontrar una canción: nunca letras; sólo sonidos, como contraste del recuerdo de ese silencio.

¿Por qué los llamarán “servidores”?

"Servir", servirán, digo yo... pero a cambio de servirnos, nos someten a la más aplastante de las esclavitudes… consiguiendo que nuestro trabajo dependa exclusivamente de su buena configuración. Cualquier DNS mal definido, apilamiento del logs, saturación de la caché, llamada remota fuera de protocolo, o mancha de chocolate en la tecla de escape, provoca un sinfín de cadenas de sucesos invisibles o declarados de consecuencias incalculables pero fácilmente imaginables: la extensión del administrador de la red (cargo que en situaciones de crisis suele ser designado a dedo, o por cojones, en función de tu destreza y soltura al pronunciar la palabra güindous equispé) se colapsa por cúmulo de llamadas de desesperación movidas por la plegaria número uno del catecismo empresarial: “necesito terminarlo para hoy”.

Además de interlocutor de estos monstruos dominantes (“servidores”, insisto, lo que yo de chuachenaguer) y de traductor simultáneo o retardado de su ininteligible lenguaje, has de ser una especie de gurú que ha de dar respuesta a las dudas más existenciales del personal (“¿Por qué ha pasado si no tenía por qué pasar?)”, o bien, de desempeñar el papel de consejero ministerial de los administradores “¿cuánto gasto va a suponer?”... o haciendo diagnósticos cual erudito doctor en sexología “¿Cuánto tiempo llevais ya sin correos?”

“¿has llamado ya a telefónica?” preguntan cuando desenganchas un cable de red de la roseta; “¿hiciste copias ayer?”, dice siempre alguien cuando pierden una carta de amor punto-pepeese en el laberinto de directorios, subdirectorios y subsidirectorios… sea o no culpa del monstruo. Y todos piensan que eres una especie de sereno con mil llaves, que ni come ni duerme, cuando comunicas en un mensaje “Por tareas de actualización del sistema, el servidor será apagado a las cuatro de esta madrugada” (ingenuidad suya, tal vez…)

Supongo que tendré que aceptar que son cosas, o caprichos, de las mal llamadas rachas… aunque científicamente siga convencido en mi fuero interno que las rachas no son sino tempestades fruto de los vientos mal sembrados. Y no digo que hayan sido sembrados por mí: lo que sucede es que las máquinas no entienden de culpables y son absolutamente mecánicas a la hora de degollar si mirar a la cara al chivo expiatorio: “a mí me programaron mal…me importa una RAM quien fue” , al que le pille ahora, que se joda”.

En fin: paciencia infinita con los electroduendes. Ardua tarea, mas noble reto, el de reeducar su pérfida tendencia a “desenseñar a desaprender cómo se deshacen las cosas”. No niego que el pasillo hacia mi futuro está de frente según se sigue caminando sobre la alfombra, pero ciertamente y según ya esperaba, primero tengo que barrerla. Aunque como a veces pasa (”shit happens”), últimamente sólo he soltado la escoba para agarrar un resfriado.

lunes, 9 de abril de 2007

...al mundo perecedero.

De nada sirve creer en pasados imposibles… las huellas marcadas sobre la nieve siempre acaban siendo borradas cuando vuelve a nevar´.


- Imagen del 23 de febrero de 2005 en el Paseo de la Ermita, Aravaca (Madrid)

Por ello no cabe lamento alguno si las huellas no quedaron en su día convenientemente marcadas, indelebles en el tiempo, o si los restos fecales, “fruto” de las traiciones del destino, quedaron suficientemente enterrados.

El tiempo apremia a seguir buscando nuevos caminos para recorrer, aún con la amenaza de que no quedará huella en ellos.

Nunca fui lo que quise: nunca quise lo que fui… pero ello no supone ahora ninguna tragedia, porque el simple hecho de poder decirlo, significa que el tiempo me ha otorgado la preciada medalla de la supervivencia.

No sabe uno nunca en qué momento y lugar puede encontrarse con el principio de una nueva era… por ello nunca debe haber una página de la propia vida que se quede sin desmenuzar. Pero…¿buscando qué? ¿la piedra filosofal? ¿continuar con el ciclo vital de nacer-crecer-amar…? A estas alturas tal vez el objeto de la búsqueda ya no sea lo que más importe ni, por tanto, el dónde, el cómo,… ni el cuándo,… ni el porqué… Lo importante en sí es el hecho de buscar y, para ello, caminar, ver, oír, escuchar… porque los tesoros suelen asomarse a tu luz caprichosamente en la forma y en la coordenada menos imprevisible del ciclo vital, Unos encuentran su camino desde su temprana juventud… otros tratan de seguir ese mismo camino y se extravían. El éxito nunca ha sido ni será para mí una ciencia exacta, en un mundo en el que todo lo que nos compete, incluso nuestra máxima, la felicidad; además, viene sellado con fecha de caducidad. Pero la fortuna, el azar, siempre tiene tiempo suficiente para ajustarse a las necesidades de uno a lo largo de toda una vida y, por ello, he que seguir deshaciendo y reinventando el mundo y sus leyes para seguir a su alcance.

De la tierra perdida en la infancia
al mundo perecedero,
bendecida sea la causa
de mi fortuna.




domingo, 8 de abril de 2007

puñetera enfermedad

Es como la gran dama a la que no puedes llevar la contraria… Es inútil que levantes la voz; sólo puedes esperar pacientemente a que se marche.

No avisa. Se presenta frente a ti, traicionera, por sorpresa, quizás en el momento más inoportuno.

Hoy me pregunto cosas que casi nunca me paro a preguntarme; tal vez nunca lo hago por no caer en la necesidad de hacerme preguntas sin respuesta… Hoy me pregunto si esta poderosa sierva del dolor está regida por la divinidad, o por la malignidad, si su presencia es tal vez fruto del azar, o más aún, obedece a algún ya catalogado algoritmo del caos…

Comencé a sentir síntomas de debilidad en la tarde del pasado martes 3… tenía dificultad para completar el ciclo respiratorio… el miércoles experimenté entonces una pesada mañana en la que ya comencé a presentir lo peor, y esa misma tarde, con cuatro benditos días festivos por delante…. decidí plantar la bandera de la resignación. He hibernado durante tres largos días…

Durante todo ese tiempo, aturdido y somnoliento por el efecto de los remedios medicinales… apenas tenía constancia de lo que acontecía en un mundo exterior del que, de golpe, había sido apartado. El tiempo se reducía a una cárcel de unidades indefinidas: minutos, horas… ¿es tarde o noche? ¿qué más da? Por mi conciencia no pasaban las horas. De mi boca sólo salían leves murmullos, escasas palabras; de cada rincón de mi piel, sudor. Apenas he podido comer… ¿para qué tan magno esfuerzo?

Al despertar parcialmente de esta pesadilla, me he encontrado de nuevo de bruces contra un invierno, aunque extemporáneo, resurgido y en todo su esplendor. Un inoportuno retroceso en el calendario anual frente al que no hace mucho entonaba cánticos primaverales.

Necesitaba un descanso, pero no un “descanse en paz” .
Necesitaba cansarme para sentirme descansado después de tantas semanas sin apenas descanso.

¿Qué es el humor, la resignación… sino una mera herramienta, un mecanismo de defensa para caminar firme cuando al fin se atisba la oportunidad, aunque tarde de alejarte de sus garras…?

¿Y qué otra cosa iba a hacer sino desprenderme de un nuevo borrón, y pasar página?
Aún con melancolía por haber acumulado otro puñado de valiosas hojas arrancadas del calendario en el baúl del tiempo perdido, con la garganta algo colapsada… he vuelto a caer arropado por las lanas.

Buenas noches… mañana, compraré otro calendario.


someone is waiting behind an unlocked door
grey circle's overhead, empty's on the floor
the cracks in the walls have grown too long
the slow hand is dragging on,
afraid to meet the dawn
one too many wasted sunsets
one too many for the road
and after dark, the door is always open
hopin' someone else will show

(Deep Purple,1984)