viernes, 20 de abril de 2007

Marillion: el secreto de una vida.

Infinidad de líneas podría yo dejar fluir en esta página con historias y detalles sobre esta banda musical británica que esta misma noche de jueves 19 de abril ha llenado de sonidos la sala Macumba en la estación de Chamartín. Pero lejos de pretender conseguir una pesada crónica, o reportaje biográfico poco atractivo para todo aquel que sea profano en la materia -para eso ya está la inmensa web mundial- , yo me limitaré a apuntar que… sus sonidos y sus poemas han tenido el admirable don de cautivar mis sentidos desde sus comienzos.



De nombre original tomado del mundo de Tolkien, a base de metáforas y de diálogo entre instrumentos, estos cinco músicos describen, generalmente durante largos minutos y en cd`s cuasi-monográficos, novedosas formas de sentir sobre todas aquellas escenas, vivencias y sentimientos que puedan tocar de lleno lo más hondo del alma. En un cóctel magistral, siempre logran combinar la calma con la energía; el gozo con la frustración, el color con la oscuridad… todo aquello que, desde la exigencia (a veces tan cansina y tiquismiquis) que me caracteriza, siempre he pedido a toda banda sonora antes de incluirla en mi greyteca mental.

Desde 1997 soy fiel a sus visitas a Madrid… Sin llevar hecho un esquema previo de lo que espero, en cada actuación descubro detalles nuevos. Yo no creo que el secreto de su madurez artística esté en ser una banda que reinventa continuamente el rock sinfónico para la era contemporánea pero, con su ingrediente especial, la pasión en cada nota y cada acorde, consiguen que la música no tenga edad, porque los sentidos y el espíritu, de hecho, si se dejan fluir en la vida, nunca se quedan obsoletos. Es, tal vez, el secreto de toda una vida para no convertirla en una rutina: sentir generosamente. Su generosidad me ha mantenido, a lo largo de veintitantos años, sintiendo; observando mi propio interior arrastrado por los cabezales de una cassette, guiado a través de los surcos de un vinilo, o navegando por el reino de los bits a bordo de un mp3…

Tal vez el de esta noche ha sido un recital un tanto más accidentado de lo habitual, con problemas de sonido cada vez que un instrumento eléctrico pasaba por las manos del cantante Steve Hogarth: teclado, guitarra fucsia…; la tecnología se ha cebado con el pobre Hogarth; debe ser que el pobre hombre compró los servidores en la misma tienda que yo…

Aun así, no se ha visto nada empañado por todo ello su meritorio sentido de la interpretación, su maravillosa capacidad de vibrar y hacer vibrar en el fondo de las almas… el secreto, como digo, de toda una vida.



Un momento mágico de su actuación, ha sido el broche final de la misma; un tema de oro: “Neverland”
El enlace que pongo del youtube es una interpretación de este tema en el año 2004 (¿cómo se ponen los videos directamente?) …Es la primera vez que pruebo; así que… veamos si sale o no:

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http://www.youtube.com/watch?v=xeoxxpVUQgs


“Neverland" es un canto a ese amor cercano a la pureza que se apodera de nosotros y al que, en estos tiempos de pop-hits de radiofórmula, raras veces se le dedica un verso. Ese amor sencillo, que se adentra, sin apenas darnos cuenta, en nuestra oscuridad…”when the darkness takes me over…invisible you come to me, quietly…” ; que nos alimenta nuestra vida: ”You provide the soul, the spark that drives me on;makes me something more than flesh and bone”…amor incondicional, auténtico, puro, infantil, que nos convierte en niños con alas y, como a Peter Pan, nos adentra en el país de nunca jamás, la tierra en la que quisiéramos permanecer para siempre; ese amor idealizado del que cada cosa que vemos lo evidencia “any fool can see your love inside me”… Ese pais que convierte en realidad nuestros más profundos anhelos de alcanzar un mundo feliz que vemos en los demás “I wanna be someone… who someone would want to be”.

Es también un canto de añoranza, sabiendo que ese mundo puro y verdadero que al fin descubrimos ante nuestros ojos “All these years… Truth In front of my eyes while I denied what my heart knows was right”, puede desaparecer pronto, cuando nuestra wendy haya tenido que “hacerse mayor” y alejarse del país de nunca jamás ” But when you're gone, I’ll never land in Neverland” un amor profundo que pone en evidencia la contradicción del ser humano; ese mismo amor hacia ella hace que ese Petar Pan de nuestro corazón… quiera escapar de ese tierra en la que “wendy darling" amasaba sus sueños “in the kitchen ot your dreams”, y en la que ya no se ve capaz de aterrizar.

Un bello canto en el que Steve Hogarth ríe, llora y vuela sobre el escenario como un Peter Pan el que cupido ha tocado profundamente en su alma. Musicalmente, impecable, al más puro estilo marillion, sin contundencia pero con esa atmósfera envolvente cargada de dramatismo que les caracteriza; en junio de 2004 presencié la actuación junto a unos amigos músicos que no conocían aún el tema y… cuando marillion interpretó “neverland”, mis amigos no paraban de mirarse unos a otros con gestos de admiración…

Los sonidos, la pasión , el alma: El secreto de toda una vida… un rincón secreto, también, de mi vida
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martes, 17 de abril de 2007

Entre dos estaciones cercanas



Son dos estaciones las que marcan el principio y el fin de ese camino. Estaciones tales como la primavera y el verano… tan próximas y en ciertos momentos tan confusas; tan poco delimitadas, tan simbióticas entre sí… capaces de tomar cada una un poco de la otra en ese singular juego de fríos y calores, colores… ese baile de sensaciones que tanto confunde a todos los seres vivos, súbditos de cualquiera de los dos reinos en la naturaleza.





Los caminos que unen ambas estaciones y que se adentran en el silencio y la inmensidad son mucho más largos que los trazados por la cuidadosa cartografía de un ingeniero. Son caminos caprichosos, que se desvían para poder asomarse desde la altura hacia los cursos fluviales, parsimoniosos en la lejanía, y a sus amplias llanuras al ser paso a paso conquistada una privilegiada atalaya natural.

Apenas un árbol, y cuando lo divisas, es tan pequeño… su encantadora miniatura es el perfecto compañero de esa diminuta maqueta de tren de vapor que bufa a su paso… y esos lejanos caminos de hierro se presentan ante tu vista tan pequeños que apenas puedes explicarte cómo son capaces de llegar aún más lejos…

Uno llega a responder a la pregunta:”¿dónde?”, con un decidido y definitivo “¿qué más da…?” Y en efecto…al final rara vez llega a importar tanto la situación de esos lugares… o tal vez sólo importa cuando uno se siente atraído por los colores y formas del infinito grabados en su memoria, tentado por la dulce idea de volver a recorrerlos. Es más… los nombres, aún satisfaciendo la curiosidad del que los lee o los oye, no son sino un conjunto de fonemas que en contadas ocasiones logran ser grabados en la mente, de modo que generalmente caen en el abismo del olvido.

La vista, adonde quiera qu se dirija, siempre apunta a lo lejos. Las nubes dejan inmensas sombras que juegan a amenazar a la tierra, engañándola al privarla por unos momentos de esos benditos rayos de sol…
Y el color, cualquier color, se extiende como si del dueño de un inmenso óleo re tratase. El viento, aunque sople con fuerza, deja inmóviles los objetos en la lejanía. Y su fuerza por momentos se amotina con vigor contra el reinado del silencio, sin llegar a derrocarlo.

Todo es posible en esos caminos… hasta incluso compartir los últimos síntomas de una bronquitis con una buena sobredosis de rayos solares en forma de eritemas en la piel. El camino entre esas dos estaciones es así de traicionero: durante meses, nunca quema el sol hasta que, un día… quema.


Todo es posible al sentir esos caminos… todo salvo dejar que fluyan palabras suficientes cuando vuelves al asfalto, cuando sólo queda en la mente lo grabado en la retina. Nunca se llega a encontrar una canción: nunca letras; sólo sonidos, como contraste del recuerdo de ese silencio.

¿Por qué los llamarán “servidores”?

"Servir", servirán, digo yo... pero a cambio de servirnos, nos someten a la más aplastante de las esclavitudes… consiguiendo que nuestro trabajo dependa exclusivamente de su buena configuración. Cualquier DNS mal definido, apilamiento del logs, saturación de la caché, llamada remota fuera de protocolo, o mancha de chocolate en la tecla de escape, provoca un sinfín de cadenas de sucesos invisibles o declarados de consecuencias incalculables pero fácilmente imaginables: la extensión del administrador de la red (cargo que en situaciones de crisis suele ser designado a dedo, o por cojones, en función de tu destreza y soltura al pronunciar la palabra güindous equispé) se colapsa por cúmulo de llamadas de desesperación movidas por la plegaria número uno del catecismo empresarial: “necesito terminarlo para hoy”.

Además de interlocutor de estos monstruos dominantes (“servidores”, insisto, lo que yo de chuachenaguer) y de traductor simultáneo o retardado de su ininteligible lenguaje, has de ser una especie de gurú que ha de dar respuesta a las dudas más existenciales del personal (“¿Por qué ha pasado si no tenía por qué pasar?)”, o bien, de desempeñar el papel de consejero ministerial de los administradores “¿cuánto gasto va a suponer?”... o haciendo diagnósticos cual erudito doctor en sexología “¿Cuánto tiempo llevais ya sin correos?”

“¿has llamado ya a telefónica?” preguntan cuando desenganchas un cable de red de la roseta; “¿hiciste copias ayer?”, dice siempre alguien cuando pierden una carta de amor punto-pepeese en el laberinto de directorios, subdirectorios y subsidirectorios… sea o no culpa del monstruo. Y todos piensan que eres una especie de sereno con mil llaves, que ni come ni duerme, cuando comunicas en un mensaje “Por tareas de actualización del sistema, el servidor será apagado a las cuatro de esta madrugada” (ingenuidad suya, tal vez…)

Supongo que tendré que aceptar que son cosas, o caprichos, de las mal llamadas rachas… aunque científicamente siga convencido en mi fuero interno que las rachas no son sino tempestades fruto de los vientos mal sembrados. Y no digo que hayan sido sembrados por mí: lo que sucede es que las máquinas no entienden de culpables y son absolutamente mecánicas a la hora de degollar si mirar a la cara al chivo expiatorio: “a mí me programaron mal…me importa una RAM quien fue” , al que le pille ahora, que se joda”.

En fin: paciencia infinita con los electroduendes. Ardua tarea, mas noble reto, el de reeducar su pérfida tendencia a “desenseñar a desaprender cómo se deshacen las cosas”. No niego que el pasillo hacia mi futuro está de frente según se sigue caminando sobre la alfombra, pero ciertamente y según ya esperaba, primero tengo que barrerla. Aunque como a veces pasa (”shit happens”), últimamente sólo he soltado la escoba para agarrar un resfriado.

lunes, 9 de abril de 2007

...al mundo perecedero.

De nada sirve creer en pasados imposibles… las huellas marcadas sobre la nieve siempre acaban siendo borradas cuando vuelve a nevar´.


- Imagen del 23 de febrero de 2005 en el Paseo de la Ermita, Aravaca (Madrid)

Por ello no cabe lamento alguno si las huellas no quedaron en su día convenientemente marcadas, indelebles en el tiempo, o si los restos fecales, “fruto” de las traiciones del destino, quedaron suficientemente enterrados.

El tiempo apremia a seguir buscando nuevos caminos para recorrer, aún con la amenaza de que no quedará huella en ellos.

Nunca fui lo que quise: nunca quise lo que fui… pero ello no supone ahora ninguna tragedia, porque el simple hecho de poder decirlo, significa que el tiempo me ha otorgado la preciada medalla de la supervivencia.

No sabe uno nunca en qué momento y lugar puede encontrarse con el principio de una nueva era… por ello nunca debe haber una página de la propia vida que se quede sin desmenuzar. Pero…¿buscando qué? ¿la piedra filosofal? ¿continuar con el ciclo vital de nacer-crecer-amar…? A estas alturas tal vez el objeto de la búsqueda ya no sea lo que más importe ni, por tanto, el dónde, el cómo,… ni el cuándo,… ni el porqué… Lo importante en sí es el hecho de buscar y, para ello, caminar, ver, oír, escuchar… porque los tesoros suelen asomarse a tu luz caprichosamente en la forma y en la coordenada menos imprevisible del ciclo vital, Unos encuentran su camino desde su temprana juventud… otros tratan de seguir ese mismo camino y se extravían. El éxito nunca ha sido ni será para mí una ciencia exacta, en un mundo en el que todo lo que nos compete, incluso nuestra máxima, la felicidad; además, viene sellado con fecha de caducidad. Pero la fortuna, el azar, siempre tiene tiempo suficiente para ajustarse a las necesidades de uno a lo largo de toda una vida y, por ello, he que seguir deshaciendo y reinventando el mundo y sus leyes para seguir a su alcance.

De la tierra perdida en la infancia
al mundo perecedero,
bendecida sea la causa
de mi fortuna.




domingo, 8 de abril de 2007

puñetera enfermedad

Es como la gran dama a la que no puedes llevar la contraria… Es inútil que levantes la voz; sólo puedes esperar pacientemente a que se marche.

No avisa. Se presenta frente a ti, traicionera, por sorpresa, quizás en el momento más inoportuno.

Hoy me pregunto cosas que casi nunca me paro a preguntarme; tal vez nunca lo hago por no caer en la necesidad de hacerme preguntas sin respuesta… Hoy me pregunto si esta poderosa sierva del dolor está regida por la divinidad, o por la malignidad, si su presencia es tal vez fruto del azar, o más aún, obedece a algún ya catalogado algoritmo del caos…

Comencé a sentir síntomas de debilidad en la tarde del pasado martes 3… tenía dificultad para completar el ciclo respiratorio… el miércoles experimenté entonces una pesada mañana en la que ya comencé a presentir lo peor, y esa misma tarde, con cuatro benditos días festivos por delante…. decidí plantar la bandera de la resignación. He hibernado durante tres largos días…

Durante todo ese tiempo, aturdido y somnoliento por el efecto de los remedios medicinales… apenas tenía constancia de lo que acontecía en un mundo exterior del que, de golpe, había sido apartado. El tiempo se reducía a una cárcel de unidades indefinidas: minutos, horas… ¿es tarde o noche? ¿qué más da? Por mi conciencia no pasaban las horas. De mi boca sólo salían leves murmullos, escasas palabras; de cada rincón de mi piel, sudor. Apenas he podido comer… ¿para qué tan magno esfuerzo?

Al despertar parcialmente de esta pesadilla, me he encontrado de nuevo de bruces contra un invierno, aunque extemporáneo, resurgido y en todo su esplendor. Un inoportuno retroceso en el calendario anual frente al que no hace mucho entonaba cánticos primaverales.

Necesitaba un descanso, pero no un “descanse en paz” .
Necesitaba cansarme para sentirme descansado después de tantas semanas sin apenas descanso.

¿Qué es el humor, la resignación… sino una mera herramienta, un mecanismo de defensa para caminar firme cuando al fin se atisba la oportunidad, aunque tarde de alejarte de sus garras…?

¿Y qué otra cosa iba a hacer sino desprenderme de un nuevo borrón, y pasar página?
Aún con melancolía por haber acumulado otro puñado de valiosas hojas arrancadas del calendario en el baúl del tiempo perdido, con la garganta algo colapsada… he vuelto a caer arropado por las lanas.

Buenas noches… mañana, compraré otro calendario.


someone is waiting behind an unlocked door
grey circle's overhead, empty's on the floor
the cracks in the walls have grown too long
the slow hand is dragging on,
afraid to meet the dawn
one too many wasted sunsets
one too many for the road
and after dark, the door is always open
hopin' someone else will show

(Deep Purple,1984)