martes, 18 de diciembre de 2007

Iberia sumergida: desde el centro de gravedad.




Imaginad que suspendiéramos la península ibérica de una cuerda… ¿sabéis por dónde tendríamos que colocar el extremo inferior de dicha cuerda para que la península quedara en suspensión totalmente horizontal… y no se inclinara ni hacia Levante ni hacia Portugal, ni hacia Cantabria, ni hacia el estrecho de Gibraltar…?

Pues bien… la cuerda se la tendríamos que dar a ese cristo: situado en el célebre Cerro de Los Angeles, en el madrileño término municipal de Getafe…

He visto lugares similares en los ultimos años, algo más pequeñitos -la muntanyeta de San Salvador en Alzira…- pero esta singular atalaya que se puede avistar desde toda la provincia de Madrid, goza de un entorno y de una huella del tiempo que no dejan indiferente a ningún extraño.

Quise redescubrirlo hace dos días… y paseé, sumergido en su extenso bosque, caminando por entre los troncos de un pinar repoblado, que en su silencio se ve surcado por caminos concurridos de corredores… liebres, urracas… y miles de rayos de sol filtrándose por entre las ramas de los árboles… Viejas piñas yacen en el suelo… y algún manto de hielo blanco acumulado durante la noche decora aún muchas de las umbrías.

Y en el centro de ese pinar... un cerro; un alto en al llanura del sur que acostumbro a contemplar en la lejanía desde mi otro cerro. Un lugar, el cerro de los ángeles, de peregrinación y recogimiento para muchos, y de obligada visita para el resto; nosotros, los simples curiosos.


Al pie de la estatua se puede ascender por unas sobrias y austeras escaleras de piedra que parece como si condujeran hacia ese mismísimo cielo que cantaba led zeppelin. Una inscripción preside la cornisa de la base del monumento:

“Venid a mi todos los que trabajáis o vivís agobiados, que yo os aliviaré”

No sé qué profeta puso en boca de aquel Jesús de Nazareth esas palabras… pero lo cierto es que sentí cierta paz al contemplar las estatuas de piedra del conjunto monumental… reyes, sabios, y santos…


...y lo más notable: todo lo que que se extendía hasta perderse allá en los horizontes de los cuatro puntos cardinales…

Desde siempre, en el silencio de las alturas, o desde el centro de los puentes que cruzan sobre el murmullo de las aguas, tengo por costumbre detener el tiempo.


No soy yo muy dado a hacer promesas a las divinidades… pero prometí volver en primavera a bordo de la delfina, si es que encuentro camino alguno de tierra entre tanta M-cuarentaycinco, M–cincuenta y M-perdío.

Me acompañaréis ¿verdad?






- como propina: ahí va eso:




3 comentarios:

Syl dijo...

Lindísima SARA!!!!!!!!...jooo...qué rápido crece!!!!!!!!!!

Me ha encantado conocer ese cerro de los ángeles con tus fotos y tus palabras...Desde luego que dan ganas de ir a verlo físicamente...además, esa inscripción es ideal para los ciudadanos de a pie, que no hacemos más que vivir atacaos.

Y no, no es comparable con la montañeta de san salvador...pero gracias por acordarte de ella, que ya sabes que le tengo mucho cariño.
Como a ti.

Besitos mil.

ELMOREA dijo...

Ahi voy yo todas las mañanitas a pasear con Ron, mi perro y de cuando en cuando a entrenar en el pinar :)
Saludos.

Manuel dijo...

sylvie... sara crece y se fija en todo; una gran observaora.

No dejes de acercarte a conocer este "segundo" cerro, al menos, es muy posible, visto lo visto, que éste no se lo carguen.

Yo tambien os guardo un eterno cariño a tí y a esa sencilla muntañeta.

elmo, sé que todo getafero que se precie tiene este pinar como lugar favorito para estirar las piernas propias y las de su perro. Seguro que no hay ninguna otra cosa durante el día que ron agradezca más.