jueves, 7 de junio de 2007

Donde la corriente y el camino se abrazan.

Tanto la luz como su ausencia, pueden convertirlo en mágico...


Conocí el paraje en una noche, hace años… Éramos un pelotón de inexpertos soldados que apenas veíamos los mapas… no había luna. Y tuvimos que iluminar el camino con las halógenas… Imposible despistarse… en momentos en que nuestra mente trabaja tan intensamente para no perder la atención, el momento de la llegada a nuestro destino, parecía algo incierto… minutos... una hora... de vez en cuando pasábamos, sin dejar el camino, al lado de remansos donde el agua del arroyo se estancaba, y el croar de las ranas era el cántico de la naturaleza…A veces, en cambio, el murmullo del agua se hacía más cercano: su cauce se estrechaba de modo que fluía no tan lentamente, y de pronto, aparecía ante nuestros ojos: habíamos de cruzar: para ello se hallaban junto antes del pequeño salto de agua unos bodillos de granito… varias veces hubo que serpentear en esa danza junto al río durante unos pocos kilómetros, pasándolo por encima de las piedras… iluminábamos el “puente” para facilitar a los demás compañeros la maniobra.

Esa adrenalina que nos invadía al estar en plena acción nos hizo olvidar que eran cerca de la una; el cansancio en ningún momento se apoderaba de nosotros…

Siempre recordé aquel escenario nocturno. La oscuridad que despertaba nuestra curiosidad…Los chopos más negros que la misma noche, el arroyo y nuestro sendero a modo de sacacorchos, danzando ambos en un mismo baile. Encantada y encantadora, así me parecía la noche vivida en la vereda del arroyo y, encantado y encantador me pareció también cuando un día hace algunos años, a lomos de mi caballo de acero, pude presenciar allí de nuevo la danza de la naturaleza con otros colores distintos a los “tonos de negro” que había conocido… El juego de luces y sombras de la tarde estival… el agua cristalina danzando por entre los bordillos alineados para que los caminantes puedan cruzar de una orilla a otra del arroyo…y el verde de los chopos, un rincón semiescondido, encajonado entre lomas, desconocido…



Volví varias veces y, en todas ellas, sentía incluso antes de llegar un equilibrio interior en perfecta sintonía con el medio. Después dejaba que mis pies, mi vista y mis cinco sentidos, se fundieran también en esos abrazos entre la corriente y el sendero.




Y pienso volver pronto a ese mismo escenario, con la bienvenida del verano. Mi mente percibirá ese arroyo y esa chopera con esa singular impresión, como si fuera la primera vez, como sucedió con la segunda y como sucederá con la infinita.

5 comentarios:

Manuel dijo...

y con ésta... alcanzan ya docena las escenas representadas en este teatro.

doce... el número pefecto desde la antigüedad.

he conseguido por fín que, al clickear sobre las fotos, podáis ampliarlas. Antes al moverlas de sitio se escachaban.

Syl dijo...

Pues que siga aumentando en número de actos tu teatro.

Mira que te gusta volver a los sitios conocidos!...supongo que porque cada vez que vuelves a ellos, encuentras vistas mágicas que se te pasaron la vez anterior...
Yo me quedo más con descubrir nuevos senderos, aunque repetir de vez en cuando también me haga disfrutar.

Besitos. See you tomorrow.

Manuel dijo...

y además, syl, como una de tus canciones favoritas y entrañables decía, porque cambia… todo cambia:

Cambia el sol en su carrera
cuando la noche subsiste
cambia la planta y se viste
de verde en la primavera


Pensaba volver al lugar, y he vuelto:
http://perso.wanadoo.es/mgrey/greyteca/100x24stream.jpg

José Manuel dijo...

¿se ha levantado ya el telón? ¿no?

¡Jode, Manuel! ¡Gracias por las fotos! me las he descargado en mi pc junto con las que nos hicimos en los 100kms. Me gustan más ahora, que el sabado in the night, cuando no era capaz de vislumbrar más allá de mis narices con aquel frontal.

Espero y deseo, que hayas vuelto a disfrutar de esos paisajes y escenarios que aunque archiconocidos para ti, siempre pueden teñirse de distintos y preciados matices, dependiendo del tamiz que se utilice.

¡Plas, plas, plas! ¿Cuando es la próxima función? ¡¡La 12 + 1!! ¡Zí zeñó!

Un abrazo andarín.

Manuel dijo...

Graciás, "correrín". Veo que en algo hemos coincidido: descubrir con la chopera del arroyo de la Tejada por primere vez, a la misma hora de dos noches estivales, aunque separadas en el tiempo.

espero que el lugar os deje una grata huella en el fondo del alma, -pero no como las huellas que plantas tú, josero-

abrazos a los dos. os invito a unas palomitas hasta que comience la actuación 12+1