miércoles, 6 de junio de 2007

La suerte de encontrarme con El lobo.

En espíritu le acompaña siempre un lobo… solitario o en manada.

Sucedió cuando me hallaba caminando por alguna vieja cañada histórica que surca los pequeños montes que anteceden a la gran mole granítica colorada.


Yo había subido esas cuestas hace mucho tiempo, muchos años, pero a caballo. El sol del la tarde de este junio recién estrenado, arrojaba su luz sobre la ladera…Yo trataba de recordar en qué punto aquel pedregal cambiaría de morfología para convertirse en una vereda descendente y… en ese momento, alcé la vista comprobando que no estaba solo: frente a mí, a unos decenas de metros, aparecía un caminante, de pelo y barba blanca; unas oscuras gafas protegían sus ojos, y un sombrero de paja de ala redonda su cabeza. Parecía ir algo cargado… perparé el saludo para ese momento siempre lleno de encanto en el caminar de un tragakilómetros cualquiera: el momento del cruce de sentidos de la marcha. Un encanto más acentuado si cabe por lo pintoresco del personaje que en aquel momento descendía por mi camino ascendente.
- ¿debería saludarle en inglés…-pensé- éste hombrecillo debe ser "guiri", seguro. No en vano; el aspecto del caminante que me crucé parecía el de un pintoresco anglosajón gustoso del sol mediterráneo que baña las montañas en los albores del verano peninsular.
Antes de llegar a alzar de nuevo la mirada ante su proximidad, oí al “guiri”cómo se me adelantaba en el saludo pero además, de una forma inesperada, “absolutely”:

- ¡¡¡¡ Manueeeeeeeel…!!!! – gritó.

Mi primera reacción fue quedarme a cuadros, a lienzos, y a tapices barrocos. Ese desconocido me había reconocido…
.
Comprendiendo él que tras sus gafas y su blanca y abundante barba tal vez iba a serme difícil reconocerle yo aél, el caminante aún misterioso para mí se despojó de sus gafas y mostró mejor su rostro: una mirada profunda, llena de bondad; unos ojos característicos, pequeños y cercanos entre sí… No tardé en reconocer esa figura, ese semblante algo discreto bajo la sombra del ala del sombrero de paja de ala redonda que cubría su cabeza: era Manuel, el integrante de los garabitas: era El lobo.

Mi asombro era lógico por la casualidad del encuentro. Miles de veces he pensado la cantidad de veces que a decenas de metros habrá podido pasar, en algún lugar de la ancha castilla, o de las largas cordilleras que la surcan, a alguien a quien podría haber reconocido.

El aspecto o look de mi viejo amigo Manuel ha sido muy variopinto en los cuatro años desde que le conozco, en aquella marcha de los 100 km. de Madrid de junio de 2003, cuando decidió unirse a mi grupo.

Le pregunté si estaba –casualmente- preparando los cien de este año.

- No, me voy a Finisterre –respondió-
- ¡¡¡Y será verdad…!!!!
- sí… a Finiesterre voy.
- Bueno, pero…¿y la concha?

Se volvió y me mostró la vieira, colgando del macuto, en la que se podía ver grabada en rojo, la cruz de Santiago.

Un poco afortunado en palabras párroco en el pueblo anterior le había negado cobijo nocturno, y Manuel se encaminaba al pueblo siguiente.
Supe también de su jubilación: pensó que había llegado el momento de emprender un largo camino, aprovechando que en ese momento de su vida tenía el tiempo en sus manos… Manuel, El lobo, para mí, desde siempre ha sido grande, más grande de corazón que las sandías que gusta de compartir con los corredores de San Lorenzo en Lavapiés… pero en aquel momento, en el primer sábado de este junio, pude ver como Manuel desplegaba sus alas como un lepidóptero, para engrandecerse más todavía.

La recia peña del Yelmo, que corona la Pedriza Anterior, fue el lejano fondo escogido para nuestra obligada foto… El amigo Juan Julián va a ser el mensajero de sus andanzas, el moderno heraldo de sus misivas vía sms, ese pergamino virtual aliado del peregrino moderno. Su diario quedará plasmado en el foro de los garabitas, en miarroba, “un garabita en el camino”


Junio de 2003.. Manuel y Manuel: El Lobo y el Grey...dorsales 91.. y 191... parecía algo más que una simple casualidad ¿no?
Ese camino ascendente que tomé se bifurca en un punto, para volver a juntarse a los pocos centenares de metros… si hubiera escogido ir por la ascensión fácil… nunca me hubiera encontrado con El lobo, con manuel, también Manuel, en esa su primera jornada de travesía.


Bendecida sea mi suerte por cruzarme con El lobo en los caminos del monte.

3 comentarios:

Syl dijo...

Qué alegría de encuentro!...encima como anoche estuve leyendo ese post del 2003, pues aún he podido entender más tu sorpresa al verle.
Una suerte para ti el haber podido vivir aquello de "que viene el lobo!"..¿no hiciste tú de caperucita, verdad?

besitos.

José Manuel dijo...

¡Jode, Manuel! ¡Qué sorpresón! ¿no?

Además con elLobo, mucha experiencia a sus espaldas, muchos kms, muchas andanzas, aventuras y desventuras de un prejubilao como él, que se lía a charlotear y no para, aún recuerdo con cariño todo lo que me pudo contar, relatar y anticipar de sus futuras gestas es solitario estepeario, en la Media de Latina, dónde me llevo con zancadas firmes, tranquilas, seguras, como cualquier viejo lobo solitario por esos campos de Castilla.

Afortunado él, que tiene el tiempo en sus manos para poder moldearlo a su antojo, ¡quien pudiera!, además que ese caminito de Santiago, se me antoja, me encandila, y llama a mi puerta con insistencia, casi ladina. No sé, tal vez, quizá, ojalá, este agosto...¡Quien dirá!

¡Ah! si no llegas a decir que él era el dorsal 91, ni me coscó, es que sin barba parece un chaval.

Gracias por traerlo como artista invitado a este, tú pequeño y cibernético teatro.

Un saludo.

Manuel dijo...

Syl, es una suerte ver cómo singulares almas coinciden en tu camino, o se sientan a contemplar el teatro… Ese papel de caperucita que dices… ¿en qué consiste?¿en empezar a correr antes de que venga el lobo?
Los lobos en sí son buenos, no como en los cuentos; lo malo es que no se alimentan precisamente de lentejas vegetarianas (será que nos han probao las tuyas)

Josero, con barba y de cerca, también parece un chaval porque lo lleva en el espíritu.

Del camino a santiago vamos a tener que hablar tú y yo, ¿o mejor nos embarcamos en la fregoneta con globitos de syl?

Invitaría a tanta gente a subir al escenario… a todos esos que aparecen en el camino por casualidad… que siga habiendo por siempre casualidades de este tipo.